LA VIDA A BORDO EN LOS
SUBMARINOS ALEMANES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Los alemanes consideraban a
sus submarinistas como héroes que llevaban vidas glamorosas, pero la realidad a
bordo era algo completamente distinto.
En los U-Boot se vivía en un
mundo angosto y fétido, y los hombres se debatían entre el aburrimiento, la
incomodidad y el miedo. Las dotaciones vivían en compartimentos atestados de
maquinaria, instrumentos o torpedos, durmiendo sobre estos últimos.
Los motores diésel elevaban la
temperatura hasta casi los 50°C. El aire se volvía sofocante y casi
irrespirable durante los largos períodos de inmersión. El agua potable era
escasa; no había duchas, y nadie se bañaba durante los casi tres meses que
duraba una patrulla.
Al olor de los cuerpos
sudorosos se sumaba el de las sentinas, cocina, ropas mohosas, gasóleo, gases
ácidos de las baterías y colonia de limón que utilizaban los hombres para
eliminar la sal de sus rostros.
No había intimidad ni sosiego.
Siempre había luces encendidas, pitidos de las comunicaciones por radio,
zumbido de bombas y compresores, y tableteo de motores diésel.
El terror provocado por los
submarinos alemanes era igual al que afrontaban sus propias dotaciones de
éstos. Estar embarcado en un submarino era uno de los puestos de combate más
duros de la 2ª Guerra Mundial.